PEQUEÑOS CAMBIOS, GRANDES RESULTADOS
La filosofía del Kaizen
Bienvenido a la primera de mis reflexiones, posts donde divago ligeramente sobre aspectos vitales que me parecen relevantes. Espero que lo disfrutes.
Siempre he considerado que la mejora personal debería de ser un objetivo a perseguir por cada uno de nosotros, cada día. Esto se aplica a todos los ámbitos: en tu trabajo, tus relaciones personales, o tus comportamientos individuales como persona deberías aspirar a tomar las mejores decisiones posibles, que te hagan progresar como ser humano.
Como aficionado a la cultura oriental, el concepto de Kaizen me resultó de gran interés desde el momento en el que me crucé con él. Kaizen en la escritura tradicional japonesa está compuesto por dos ideogramas (kanji): Kai (cambio) y Zen (bueno), y podría traducirse como cambio a mejor o mejora. Aunque en un principio es un concepto principalmente arraigado en el mundo industrial japonés, donde implica la mejora continua de todos los trabajadores de la empresa con objeto de que tanto ellos como el empresario se beneficien, yo creo que su aplicación puede ir mucho más allá del mero entorno laboral.
Kaizen está, además, relacionado a mi parecer con una de las corrientes filosóficas más importante y que más me han ayudado, como es el estoicismo. Las cuatro virtudes estoicas (Templanza, Sabiduría, Justicia y Coraje) son para mí cuatro puntos cardinales sobre los que uno debe de pivotar cuando intenta tomar una decisión. Podríamos decir que los valores estoicos son la herramienta que podemos emplear para tomar decisiones vitales que siempre impliquen el Kaizen, es decir, que como resultado de ellas seamos personas más completas. Sobre el estoicismo hablaremos de manera más profunda en futuras entradas.
Cómo aplicar el Kaizen a tu vida
Ante todo, lo más importante es recordar que, simplemente, no todos los días tendrás la motivación necesaria como para hacer ese esfuerzo por mejorar. Todas las personas tenemos esos momentos en los que parece que nada va bien, y lo único que queremos es preocuparnos por nosotros mismos y superar el día, sin preocuparnos lo que podamos hacer por los demás. En estos casos, es necesario impedir que lo perfecto sea enemigo de lo bueno. Hay días en los que no podremos avanzar en nuestro objetivo, pero no debemos dejar que eso nos aparte de nuestro objetivo a largo plazo. La gratificación inmediata es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad, y es por ello que muchas personas no consiguen los objetivos que se proponen. La realidad es que todas las cosas que merecen la pena generalmente se van a conseguir tras un largo esfuerzo que nunca se ve recompensado de manera evidente en el corto plazo.
Dicho esto, el Kaizen o la mejora continua se resume en la filosofía de ser un 1% mejor cada día. Uno de mis autores favoritos, James Clear, tiene un excelente artículo a este respecto, que te recomiendo que leas si manejas el inglés, y donde expone de manera gráfica los increíbles beneficios que tiene el esforzarse por tomar mejores decisiones cada día.
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El poder de ser tan solo un 1% mejor cada día. Imagen de James Clear. |
Como en otras muchas facetas de la vida, no hay que subestimar el poder del interés compuesto. Cuando nos proponemos un objetivo, el comportamiento habitual de mucha gente suele ser intentar dar grandes pasos hacia él, de manera que su estilo de vida, sus decisiones y su actitud deben de cambiar de manera muy significativa en un corto periodo de tiempo. Esto, inevitablemente, lleva a un estado de frustración (lo que en inglés llamaríamos burnout), en el que nos damos por vencidos mucho antes de lograr nuestro objetivo. Piensa, por ejemplo, en las veces que una persona con hábitos de alimentación no muy saludables (excesivo consumo de alcohol o ultraprocesados, por ejemplo) decide que quiere perder unos kilos y, para ello, cambia su alimentación de un día para otro sin solución de continuidad. Lo que antes eran cereales azucarados con leche para desayunar se convierte en un café solo (por la magia del ayuno intermitente), y donde antes había pizza y helado ahora solo hay brócoli hervido y fruta. Lo más probable es que ese esfuerzo titánico se mantenga durante un corto periodo de tiempo y, después, se vuelva a los hábitos anteriores. Al fin y al cabo, la fuerza de voluntad es un recurso limitado.
Cuando el objetivo final no es tan medible (al fin y al cabo "ser una mejor persona" no es tan fácil de evaluar como perder 10 kilos), las decisiones que nos acercan a ese objetivo no están tan claras. Además, como seres sociales, estas decisiones requieren en la gran mayoría de ocasiones la interacción con otros seres humanos, lo cual complica aún más el asunto. Aquí, pienso que la clave es visualizar el concepto que queremos que otras personas tengan de nosotros, e intentar obrar en consecuencia. Daría para otro post entero el considerar esto como una "falsa apariencia" de cara a la galería, pero basta decir que el objetivo es interiorizar esos valores como propios. Por ejemplo, yo aprecio mucho los valores estoicos que he mencionado antes, y procuro analizar cada situación y cada decisión importante en base a estos valores. No siempre lo consigo, y tampoco sugiero que estos deban de ser tus valores, pero si es importante tener una serie de principios que guíen tu actuación.
Como conclusión, intenta que cada una de tus acciones, por pequeñas que sean, te encaminen hacia el lugar a donde quieres ir. Si no sabes cómo empezar, limítate a que, a partir de ahora, cada día intentes que la vida de otra persona sea un poco mejor. Si lo consigues, es probable que como consecuencia la tuya también lo sea.
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